detalle
Tinta sobre papel ilustración
La serie llamada “Fourier peina bucles extraños”, nos remite a una especie de aporía zenoniana. Fourier, matemático francés (1768-1830) que entre otras ideas intentó explicar los movimientos ondulatorios complejos como una serie de movimientos ondulatorios simples y regulares. Por otro lado el concepto de bucle extraño creado por Douglas Hofstadter entendiéndolo como algo interior a un sistema que brinca hacia afuera y actúa sobre él mismo como si fuera exterior, la distinción exterior – interior desaparece (como el esquema topológico llamado Botella de Klein). El título propone una mirada crítica al intento de explicar el comportamiento de ciertas complejidades desde lecturas reduccionistas y a la vez señala que el propio sistema complejo se encarga de brincar sobre sí mismo (bucle extraño) proponiendo la novedad estructural. Por otro lado los tres dibujos correspondientes a dicha serie pretenden esquematizar sonoridades complejas más próximas al ruido blanco, con la movilidad azarosa de sus frecuencias, que a sonidos temperados.
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Los siguientes dibujos, llamados “Principio de incertidumbre”, en el inicio proponen una analogía con dicho postulado. Recordemos que es un postulado enunciado por Werner Heisenberg (1901-1976) y fue de verdadera importancia para los avances de la mecánica cuántica. De alguna forma el principio introduce la probabilidad y, se podría decir que indirectamente propone que lo “observado” es modificado por el “ser que observa”. En estos dibujos sólo conservo pequeños signos del perímetro de la serie anterior, a modo de “restos estables”, dicha ruptura de los límites propone mayor dinámica centrífuga del sistema y un aumento de la inestabilidad (mayor entropía).
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En la serie “Paradigma de la línea (de Platón a Deleuze)” se nos presenta el desafío de un ensamble conceptual. Tenemos por un lado a Platón y a su “línea ideal” que nos permite recorrer de una forma determinista; si es posible ese anacronismo, el tránsito de lo “visible” a lo “inteligible o pensable”. De cierta oscuridad a la certeza de la luz platónica. Y justo en este momento aparece Deleuze con su lógica de experiencia, con la “sensación de la línea” que modifica el planteo esencialmente determinista de Platón e introduce el “estar presente” de la línea, esa línea que es sólo siendo línea, conformando un nuevo paradigma. Es lícito pensar desde ciertos paradigmas griegos, pero lo que no es lícito es creer que esos paradigmas nos permitan modelizar signos contemporáneos, así que es cuando Deleuze se encuentra con Platón que se hallaba perdido en un sistema lineal complejo que no obedecía a su paradigma clásico. En éstos dibujos reconstruyo un perímetro, una función límite que condiciona y a la vez estructura las dinámicas internas del sistema, mayoritariamente de carácter centrípeto o centrífugo contenido e invertido.
